KUTIRICHIY ISKAY.
"ANALISTAS PELUDOS Volver al sillón del patio, como si se tratara de un diván, y como si ellos, los compañeros peludos, fueran mis psicólogos fieles y eternos. Comienza la sesión y, en un principio, reina el silencio. Un silencio completo, pero no de abandono ni desinterés, es más, un lamido comprensivo parece decir “largalo, que sino te quema por dentro”. Primero, respetan esas cristalinas gotas de angustia que brotan desde el cráter abierto en lo más profundo del pecho, y luego, entendiendo que ya estoy dispuesto a hablar, se acuesta ella, abajo, y él se sienta, con esa mirada llena de amor bruto, histérico e incondicional, y me mira. Brota de mi una verborragia incontrolada e incomprensible, que, sin embargo, no parece ser para ellos una limitante. Me escuchan con algún que otro movimiento lateral de cabeza y más lamidos comprensivos cada tanto. Lamidos que erizan la piel, y que transmiten tanto. La sesión termina y, liberado, me levanto del diván, les hago unos mimos ent