KHUYAY HUJ.
Olor a verde. Me acaricia el pelo. Al toque me agarra una cosquillita en la parte baja de la cintura. Sonrío sin darme cuenta, con los ojos cerrados y el sol haciendo su danza ancestral en mis pestañas. En eso se levanta un vientito, que sin que se lo pida me trae un olor a pinos y eucaliptos que me deja bien boluda (es que amo el olor a verde). Su cuerpo calentito me rodea y me contiene, como las líneas limítrofes de los mapas políticos; como Salta a Jujuy. Me gusta esa imagen: territorios vecinos que se llevan bien,que están pegaditos, que comparten tierra, agua y cielo, pero que no dejan de ser independientes entre sí, con sus respectivos gobiernos, gentes e intereses. ¿Y si entraran en conflicto? Qué cagada che… Y comidas típicas. Sus respectivas comidas típicas. - Podría estar así por siempre- me dice. - Sí, yo también. Nos acomodamos nuevamente en el silencio (¿o nos silenciamos rodeados de comodidad?). Contemplamos el atardecer y a su vez somos parte de él. Ma